I knew the virus was coming, I had been listening and paying attention to the news about the outbreak in China. I prepared early, grocery shopped and hoped for the best. On March 13th my daughter’s school closed which meant my teen would be home all day, no more driving, all appointments canceled everything on hold. So much was unknown. It was scary, the safest place to be was at home and isolated. My daughter started school online and I spent my days buried in the studio working through the fear of the unknown. I painted furiously for the first few months. Faces were emerging from my abstract panels, dots, and droplets found their place there too. The camouflaged faces felt familiar and still hold the deep emotions from when they were painted. Creating always leads me to someplace else I’d rather be.
Sabía que se acercaba el virus, había estado escuchando y prestando atención a las noticias sobre el brote en China. Me preparé, hice la compra y esperé lo mejor. El 13 de marzo cerró la escuela de mi hija, lo que significaba que mi adolescente estaría en casa todo el día; no más conducir, todas las citas se cancelaron, todo en espera. Se desconocía mucho. Daba miedo, el lugar más seguro era en casa y aislada. Mi hija comenzó la escuela en línea y pasé mis días encerrada en el estudio trabajando a través del miedo a lo desconocido. Pinte furiosamente durante los primeros meses. De mis paneles abstractos se emergieron rostros, puntos y gotas que encontraron su lugar. Los rostros camuflados se sintieron familiares y aún contienen las emociones más profundas de cuando fueron pintadas. Crear siempre me lleva a otro lugar en el que preferiría estar.