I have always found myself intrigued by abandoned spaces of community engagement. The gentle disorder draws me in, and I can only explain this magnetism to social leftovers through my own introverted tendencies. Now, however, I find myself mourning these empty scenes of communication and interaction, and all the people and moments that we have lost to this global pandemic. These empty chairs imply conversations never had, the memory of embracing friends and family, or just safely sharing a physical space of less than six feet, a concept so strangely intimate now.
Siempre me han interesado los espacios abandonados de participación comunitaria. El suave desorden me atrae, y solo puedo explicar este magnetismo a los restos sociales a través de mis propias tendencias introvertidas. Ahora, sin embargo, me encuentro de luto por estas escenas vacías de comunicación e interacción, y por todas las personas y momentos que hemos perdido a causa de esta pandemia global. Estas sillas vacías implican conversaciones que nunca pasaron, el recuerdo de abrazar a amigos y familiares, o simplemente compartir con seguridad un espacio físico de menos de dos metros, un concepto tan extrañamente íntimo ahora.