Quarantine has given humanity a time to reflect and evolve. To accept the unavoidable duality that plagues the physical world: life and death. Of course, the latter of us are not here to beg us to change our ways, and to evolve to a higher state of consciousness. However, Covid-19 has allowed the living to truly see more than any other modern generation; all life is precious, and we are not treating it that way. A new species of humans is developing. A species that is knowing and connected through life, before death. It is the natural time for our physical bodies to connect to our spiritual ones. This reality is an inherent part of the global pandemic because it encompasses grief, compassion, uncertainty, pain, empathy, and most importantly, the transformation of our entire being.
La cuarentena ha dado a la humanidad un momento para reflexionar y evolucionar. Para aceptar la inevitable dualidad que plaga el mundo físico: la vida y la muerte. Por supuesto, esta última no está aquí para rogarnos que cambiemos nuestras costumbres y evolucionemos a un estado de conciencia más elevado. Sin embargo, la covid-19 ha permitido a los vivos ver realmente más que cualquier otra generación moderna; toda la vida es preciosa, y no la estamos tratando de esa manera. Una nueva especie de humanos se está desarrollando. Una especie que está conociendo y está conectada a través de la vida, antes de la muerte. Es el momento natural para que nuestros cuerpos físicos conecten con los espirituales. Esta realidad es una parte inherente de la pandemia global porque abarca la pena, la compasión, la incertidumbre, el dolor, la empatía, y lo más importante, la transformación de todo nuestro ser.